lunes, 12 de agosto de 2024

 




                    Derechos de los niños

La ley reconoce y protege a la familia como el espacio natural y fundamental para el desarrollo integral del niño, niña y adolescente. Corresponde prioritariamente al padre y a la madre, la responsabilidad compartida del respeto, protección y cuidado de los hijos y la promoción, respeto y exigibilidad de sus derechos.

La Corte Interamericana de derechos humanos de 1977 dice: Todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición de menor requiere por parte de su familia, de la sociedad y del Estado.”

En todo sentido y con todo derecho y justicia la ley protege a los niños y jóvenes otorgándoles derechos que la familia y la sociedad debe respetarlos.

Con el otorgamiento de los derechos a los niños, los padres son los primeros que deben respetarlos de acuerdo al articulo19 de la Corte, digo yo, siempre poniendo en el mismo lugar las “OBLIGACIONES”, porque todo derecho trae consigo obligaciones.

Ahora nos califican como papas de algodón, ¿Por qué será? Tal vez confundiendo los derechos de los niños, los papas ahora cedemos a todo lo que quieran los niños de cristal. No obedecen ordenes de los padres-Recoge tu ropa y ponla en el cesto- y yo porqué, recógela tú- respuesta inmediata y sin pensarlo. Quiero que me compres un celular, ¡ah,no- y empieza el berrinche se arrojan al piso, y empiezan las convulsiones como si fuera epiléptico, y el padre o la madre sacando de donde no tienen le compran el celular.



De los niños y los jóvenes dicen que son de cristal, ¿por qué? Por qué se quiebran de la nada, no se les cumple el capricho que, según él, y otros mirones dicen que son sus derechos, y se quiebran

Dicen que para que no sean tan de cristal se les debe enseñar a practicar deporte, y que el deporte debe ser el que quieran, no el que le guste al papá o a la mamá, y que tampoco deben ser varios deportes, con que cumplan uno con gusto y perseverancia, que no lo abandone a la primera dificultad, su mentecita estará ocupada y no pensara en la maldad ni los berrinches. ¿Qué habría pasado si a Jefferson Pérez, o a Daniel Pintado, a Rolando Vera la mamacita le daba todo lo que querían solo por miedo al berrinche? Seguro que no hubieran obtenido la medalla de Oro.

De acuerdo a los derechos de los niños, los padres no podemos castigarlos físicamente a nuestros hijos, si lo hacemos corremos el riesgo de que algún comedido, de estos activistas de los derechos de los niños, o el mismo hijo nos demande, y nos envié a la cárcel. Por lo tanto, los derechos están más poderosos que las obligaciones de los padres, de formar buenos ciudadanos, respetuosos de la ley.

Cuidadito los maestros, ¡si los profesores amenazan duramente a los niños de cristal, la justicia les cae sin contemplación.

En una época, ¡no tan lejana! Los padres teníamos todos los derechos, disciplinábamos a los hijos con “el boyero” que era un látigo del cuero seco de ganado, con ortiga, con baños de agua helada, solamente por haber desobedecido una orden del padre, no haber terminado el deber de la escuela o a los jovencitos por no haber llegado a las 8 de la noche.

 Se dice que son dos épocas totalmente contrapuestas, la anterior, vieja, caduca, esclavizante, en la que los niños no tenían ningún derecho, y si dio resultados teníamos buenos presidentes del país, buenos Diputados o Asambleístas, buenos maestros, médicos, arquitectos, periodistas, choferes, albañiles.

La actual, demasiado permisiva, los padres ya no tienen la dirección del hogar, quienes mandan, los niños, nadie puede atreverse a parar un abuso del niño, si esta grita, patalea, llora, y acusa que alguien intentó agredirles, sin más se va preso, son los futuros ciudadanos dedicados al celular, a consumir sustancias prohibidas, a realizar actos prohibidos.

Los niños y los jóvenes tienen derechos que los protegen, es cierto, pero a la par de los derechos apliquemos sus deberes, sus obligaciones, permitamos que los padres dejen de ser padres de algodón y no se preocupen que los niños de cristal no se romperán, forjaran su espíritu al menos si les ponemos pequeñas obligaciones que deben cumplir irremisiblemente, y a través de ellas cometan errores que les ira formando el espíritu. Enseñémosles el valor de las cosas, el sacrificio que cuesta conseguirlo, quizás dándoles algún trabajo que devengue sus gustos y caprichos.

No sigamos formando niños de cristal, asumamos nuestro verdadero rol de padres, no de algodón, recuerden que los grandes hombres se han formado con padres que siempre aplicaban la vieja sentencia popular “con una mano la miel y con la otra la hiel” o “A Dios rogando y con el mano mazo dando”

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