jueves, 29 de mayo de 2025

  

 
          



Carachula: Donde el alma del Ecuador aún respira

En lo más íntimo de la provincia del Azuay, donde las montañas se abrazan con el cielo y el viento susurra leyendas antiguas, se encuentra Carachula: un paraíso olvidado por el tiempo, pero eterno en su esencia. Este rincón escondido del cantón Santa Isabel no es solo un lugar en el mapa —es un latido vivo del Ecuador profundo, un santuario de memorias, raíces y verdad campesina.

Aquí, los días no se miden por relojes, sino por el ritmo de la tierra y el canto de los gallos al amanecer. Las manos curtidas de sus habitantes —gente noble, de sonrisa cálida y mirada sabia— cultivan maíz, café y caña de azúcar como si cada grano fuera una ofrenda a la Pachamama. En Carachula, la agricultura no es industria, es ritual. Cada surco en la tierra lleva el eco de generaciones que supieron leer el clima, respetar la luna, bendecir la cosecha.

Los caminos de tierra, bordeados de eucaliptos y flores silvestres, conducen no solo a casas humildes de adobe y teja, sino a historias vivas que se relatan al calor de una fogata, entre risas, guitarras y el aroma dulce de la panela hirviendo. Aquí, lo ancestral no está en los libros, está en los gestos, en los cantos, en las costumbres que sobreviven al olvido con una dignidad que estremece.

Carachula es paisaje y es poesía. Sus quebradas profundas parecen esculpidas por los dioses andinos, y sus formaciones rocosas guardan el secreto del tiempo. Desde sus miradores naturales, el valle del Jubones se despliega como una pintura viva: un mar verde entre montañas azules, bajo un cielo limpio que parece recién nacido. Es un espectáculo silencioso que no pide aplausos, pero regala paz.

Y si tienes suerte —y el corazón abierto— quizás veas volar al colibrí de pecho iridiscente, o escuches el silbido del viento entre los guayacanes en flor. Son instantes sagrados, donde el alma se detiene y recuerda lo que es estar vivo.

Carachula no es un destino turístico. Es un susurro que llama desde lo profundo. Una pausa en el vértigo del mundo. Un reencuentro con lo esencial.

Porque hay lugares que se visitan.
Y hay otros, como Carachula, que se sienten.

viernes, 23 de mayo de 2025

 

               ¿y dónde están los agentes de la Comisión de Tránsito del Ecuador?


En días recientes, las autoridades nacionales en materia de seguridad han tomado la decisión de transferir a la Policía Nacional la responsabilidad del control del tránsito en 24 ejes viales estratégicos, funciones que anteriormente estaban en manos de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE). Este cambio, aunque lógico desde una perspectiva de seguridad integral, ha generado una reacción adversa por parte de algunos miembros de la CTE.

No es sorprendente que esta medida haya generado resistencia. Es natural que cualquier institución que ve reducidas sus competencias manifieste su inconformidad. Sin embargo, las justificaciones ofrecidas por ciertos voceros de la CTE rayan en lo inverosímil. Argumentan que su rol va mucho más allá del control del tránsito, alegando que también prestan asistencia a conductores con desperfectos mecánicos, ayudan a cambiar neumáticos, brindan orientación, entre otras labores. No se trata de desestimar la función de servicio público, pero estas afirmaciones deben sustentarse con hechos concretos y visibles.

La especialización del trabajo en el sector público es fundamental para garantizar una gestión eficiente. Hoy en día, contamos con diversas entidades que actúan en el ámbito de la seguridad: la Policía Nacional, la Guardia Civil, los agentes municipales como los de EMOV en Cuenca, los guardias de mercados, y por supuesto, la CTE. Cada institución tiene funciones definidas, pero la ciudadanía percibe una preocupante falta de coordinación y una marcada desarticulación. En ocasiones, los agentes de una institución omiten intervenir ante delitos o emergencias porque “no es su competencia”.

Esta situación se vuelve aún más evidente en sectores como la parroquia  El Cabo en el que existen compromisos formales entre autoridades locales, eclesiásticas y militares para que la CTE brinde apoyo vial en el centro parroquial, la vía es estrecha no pasan con comodidad los vehículos, más aún cuando están parqueados disfrutando de las tortillas de choclo. Dicen que prestan servicios en los exteriores de las unidades educativas ¿Dónde será eso, tal vez en otro país? , en Pstopamba no están, en la Atenas de El Cabo no están, en la 26 de Febrero, no están, su presencia es nula. Mientras tanto, los accesos a estas instituciones se ven bloqueados por vehículos estacionados de forma inapropiada, sin ningún tipo de regulación ni control efectivo.

Si los agentes de la CTE no están cumpliendo con estas tareas fundamentales, cabe entonces preguntarse: ¿en dónde están? ¿Qué están haciendo? Resulta contradictorio que, tras la pérdida de competencias, se enarbolen discursos sobre su compromiso con la seguridad vial y el servicio al ciudadano, cuando en la práctica su ausencia es notoria en zonas donde deberían estar presentes.

En este contexto, la decisión de otorgar a la Policía Nacional el control de ciertos tramos viales parece acertada. No importa el nombre de la institución; lo que importa es la confianza ciudadana, la transparencia y la eficiencia en el cumplimiento del deber. Lamentablemente, la imagen de la CTE se ha visto deteriorada con el paso del tiempo. Para muchos ciudadanos, el simple hecho de ver a un agente de tránsito en la carretera es sinónimo de una experiencia negativa: retrasos, maltrato o incluso prácticas cuestionables.

Es momento de replantear el rol de la CTE. No se trata de eliminar instituciones, sino de transformarlas. Para recuperar la confianza pública, es imprescindible que sus miembros reciban formación en ética, atención ciudadana, legislación, derechos humanos y psicología del trato interpersonal. Solo así podrán volver a operar con credibilidad.

La seguridad vial debe estar en manos de profesionales comprometidos con el bienestar colectivo, no de quienes buscan beneficios personales. Los ciudadanos que cumplen con la ley merecen respeto, no extorsión ni maltrato. Es hora de construir una cultura de tránsito basada en la legalidad, el civismo y la confianza mutua entre instituciones y ciudadanía, y es urgente, ahora mismo estamos sin seguridad en las vías al Oriente  ecuatoriano.

lunes, 12 de mayo de 2025

  

Estragos en el Azuay por inclemencia de invierno

Rio San Francisco, afluente del Santa Barbara en Gualaceo, soporta intensos aguaceros, lo que hace que se haya incrementado el caudal del Sabta Barbara y por logica el caudaloso rio Paute.



 

                                            Vacunadores: 

        La sombra criminal detrás de las “vacunas” extorsivas

En muchos barrios y zonas industriales, una palabra tiene un significado muy distinto al de salud pública: vacuna. En este contexto, se trata de una extorsión violenta, un cobro ilegal impuesto por grupos criminales a comerciantes y trabajadores para permitirles trabajar "en paz". La trágica historia de una vendedora de hielo en funda, asesinada por negarse a pagar 5 dólares de "vacuna", ha estremecido a la opinión pública y ha puesto rostro a un sistema mafioso que cobra vidas con la misma frialdad con la que impone su ley.


jueves, 8 de mayo de 2025


                   FUMATA BLANCA anunció que; HABEMUS PAPAM

Tras la tradicional reunión del Cónclave en el Vaticano, los cardenales eligieron al nuevo Papa, líder espiritual de la Iglesia Católica. Luego de varias rondas de votación en la Capilla Sixtina, la fumata blanca anunció al mundo que un nuevo pontífice había sido elegido. Poco después, el nuevo Papa se presentó ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro, saludando desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, marcando el inicio de su pontificado con palabras de fe, unidad y esperanza.
León XIV es el nombre con el cual se denomina al nuevo Papa. El nuevo Papa, León XIV, hasta ahora Robert Francis Prevost, es un agustino estadounidense de 69 años y medio latino —nació en Chicago, de padres de origen francés y español, y ha pasado 40 años en Perú, donde ha sido obispo.

  ¿A quién pagamos para vivir en paz? Un negocio redondo. Así puede describirse el sistema de extorsión que opera en barrios enteros del p...