¿y dónde
están los agentes de la Comisión de Tránsito del Ecuador?
En días recientes, las autoridades nacionales
en materia de seguridad han tomado la decisión de transferir a la Policía
Nacional la responsabilidad del control del tránsito en 24 ejes viales
estratégicos, funciones que anteriormente estaban en manos de la Comisión de
Tránsito del Ecuador (CTE). Este cambio, aunque lógico desde una perspectiva de
seguridad integral, ha generado una reacción adversa por parte de algunos
miembros de la CTE.
No es sorprendente que esta medida haya
generado resistencia. Es natural que cualquier institución que ve reducidas sus
competencias manifieste su inconformidad. Sin embargo, las justificaciones
ofrecidas por ciertos voceros de la CTE rayan en lo inverosímil. Argumentan que
su rol va mucho más allá del control del tránsito, alegando que también prestan
asistencia a conductores con desperfectos mecánicos, ayudan a cambiar
neumáticos, brindan orientación, entre otras labores. No se trata de desestimar
la función de servicio público, pero estas afirmaciones deben sustentarse con
hechos concretos y visibles.
La especialización del trabajo en el sector
público es fundamental para garantizar una gestión eficiente. Hoy en día,
contamos con diversas entidades que actúan en el ámbito de la seguridad: la
Policía Nacional, la Guardia Civil, los agentes municipales como los de EMOV en
Cuenca, los guardias de mercados, y por supuesto, la CTE. Cada institución
tiene funciones definidas, pero la ciudadanía percibe una preocupante falta de
coordinación y una marcada desarticulación. En ocasiones, los agentes de una
institución omiten intervenir ante delitos o emergencias porque “no es su
competencia”.
Esta situación se vuelve aún más evidente en
sectores como la parroquia El Cabo en el
que existen compromisos formales entre autoridades locales, eclesiásticas y
militares para que la CTE brinde apoyo vial en el centro parroquial, la vía es
estrecha no pasan con comodidad los vehículos, más aún cuando están parqueados
disfrutando de las tortillas de choclo. Dicen que prestan servicios en los
exteriores de las unidades educativas ¿Dónde será eso, tal vez en otro país? ,
en Pstopamba no están, en la Atenas de El Cabo no están, en la 26 de Febrero, no
están, su presencia es nula. Mientras tanto, los accesos a estas instituciones
se ven bloqueados por vehículos estacionados de forma inapropiada, sin ningún
tipo de regulación ni control efectivo.
Si los agentes de la CTE no están cumpliendo
con estas tareas fundamentales, cabe entonces preguntarse: ¿en dónde están?
¿Qué están haciendo? Resulta contradictorio que, tras la pérdida de
competencias, se enarbolen discursos sobre su compromiso con la seguridad vial
y el servicio al ciudadano, cuando en la práctica su ausencia es notoria en
zonas donde deberían estar presentes.
En este contexto, la decisión de otorgar a la
Policía Nacional el control de ciertos tramos viales parece acertada. No
importa el nombre de la institución; lo que importa es la confianza ciudadana,
la transparencia y la eficiencia en el cumplimiento del deber. Lamentablemente,
la imagen de la CTE se ha visto deteriorada con el paso del tiempo. Para muchos
ciudadanos, el simple hecho de ver a un agente de tránsito en la carretera es
sinónimo de una experiencia negativa: retrasos, maltrato o incluso prácticas
cuestionables.
Es momento de replantear el rol de la CTE. No
se trata de eliminar instituciones, sino de transformarlas. Para recuperar la
confianza pública, es imprescindible que sus miembros reciban formación en
ética, atención ciudadana, legislación, derechos humanos y psicología del trato
interpersonal. Solo así podrán volver a operar con credibilidad.
La seguridad vial debe estar en manos de
profesionales comprometidos con el bienestar colectivo, no de quienes buscan
beneficios personales. Los ciudadanos que cumplen con la ley merecen respeto,
no extorsión ni maltrato. Es hora de construir una cultura de tránsito basada
en la legalidad, el civismo y la confianza mutua entre instituciones y
ciudadanía, y es urgente, ahora mismo estamos sin seguridad en las vías al
Oriente ecuatoriano.
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