jueves, 2 de noviembre de 2023

 

 




JAUNECHE

 

Había una vez un joven llamado Jauneche que nació en un cantón de la costa ecuatoriana. Su madre era una campesina que no tuvo la oportunidad de recibir educación y su padre era su primo, Jauneche nació con una discapacidad mental y creció con su madre, quien se arrimaba a cualquier portal para sobrevivir.

Desde muy temprana edad, Jauneche se dio cuenta de que era diferente a los demás niños. No podía hablar bien y le costaba entender lo que le decían. A medida que crecía, su discapacidad se hizo más evidente y los niños del pueblo comenzaron a burlarse de él. Lo llamaban “el tonto” y se reían de él cada vez que lo veían.

Jauneche no tenía amigos y pasaba la mayor parte del tiempo solo. Su madre lo cuidaba lo mejor que podía, pero no sabía cómo ayudarlo. A medida que Jauneche crecía, comenzó a engordar y a comer en el suelo con las manos, como cualquier animal. Su madre no podía permitirse comprarle comida todos los días, así que Jauneche tenía que buscar comida en la basura o pedirle a la gente del pueblo que le diera algo para comer.

A más de su incapacidad intelectiva, padecía de epilepsia, constantemente caía en la calle con ataques epilépticos, debía tomar epamín todos los días, pero no contaba con dinero para comprar la medicina.

A pesar de sus dificultades, Jauneche era un joven amable y cariñoso. Siempre trataba de ayudar a los demás y nunca hacía daño a nadie. Pero los niños del pueblo no lo veían así. Para ellos, Jauneche era un objeto de burla y lo trataban como si fuera menos que un ser humano.

Un día, mientras buscaba comida en la basura, Jauneche conoció a un hombre llamado Pedro. Pedro era malvado se dedicaba a hacer cosas ilegales. Le gustaba engañar a la gente y robarles el dinero. Cuando vio a Jauneche, supo que podía usarlo para sus propios fines.

Pedro comenzó a pasar tiempo con Jauneche y le prometió darle comida y dinero si hacía lo que él le decía. Al principio, Jauneche estaba asustado y no quería hacer nada malo. Pero Pedro lo convenció de que no había nada de malo en ganar dinero fácilmente.

Así fue como Jauneche comenzó a trabajar para Pedro. Le obligaban a realizar peleas callejeras y a pegar a personas que le caían mal, si algún mozalbete lo insultaba, Jauneche lo perseguía por toda la plaza, pero nunca los alcanzaba, porque no quería hacerles daño, solo los asustaba., pero tal era la insistencia de Pedro que empezó a pegar a la gente, y luego a pelear de forma desaforada. Al principio, Jauneche se resistió, pero luego se dio cuenta de que no tenía otra opción. Si no hacía lo que Pedro le decía, no tendría nada para comer.

A medida que pasaba el tiempo, las peleas se volvieron más violentas y peligrosas. Jauneche estaba asustado todo el tiempo y no sabía qué hacer. Pero Pedro siempre estaba allí para decirle qué no pasaba nada.

Un día, Pedro le ordenó a Jauneche pegarle a un señor mayor que había sido amable con él en el pasado. Jauneche no quería hacerlo, pero Pedro lo amenazó con dejarlo sin comida si no lo hacía.

Jauneche obedeció las órdenes de Pedro y golpeó al señor mayor hasta dejarlo inconsciente. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, sintió un gran remordimiento y lloró durante horas.

Pero ya era demasiado tarde. Acusaron a Jauneche, este se sintió solo, Pedro negó que andaba con Jauneche, este se adentró en el monte, fue aguas arriba del rio Macul hasta llegar a Barro Colorado.

Pasó algún tiempo, la gente se había olvidado del hombre que siendo bueno lo transformaron en malo. Pedro a su vez continuaba con su vida normal, logro amasar alguna fortuna, llegó a ser alguna autoridad, siempre imponiendo su voluntad.

Jauneche apareció en el pueblo luego de algunos años, más gordo, con la mirada extraviada, las facciones duras, había perdido sus dientes anteriores, el cuello grueso, los hombros anchos y fornidos, su espalda demostraba el trabajo que había realizado, se dedicó a estibar sacos de cacao, racimos de verde, café en grano.

La poca memoria que tenía, había borrado los episodios vividos en el pueblo, transitaba normalmente y continuaba pidiendo alimentos para su supervivencia.

Pedro lo encontró alguna vez en la calle, lo llevó con él, le vistió con ropa vieja y lo convirtió en su guardaespaldas.

Fue en la noche de vísperas de aniversario del pueblo, Pedro salió con amigos a las celebraciones, Jauneche estaba tras suyo cuidándole las espaldas.

La noche transcurrió plácidamente. La comitiva de Pedro se divertía a lo grande, Jauneche de pie, junto a su amo. Se fueron de copas, la embriaguez hacia presa del cerebro de Pedro, quiso bailar con una muchacha, ella viéndolo mareado no quiso, se armó la pelea. Los parientes de la chica salieron a su defensa, no querían dañar a Pedro, pero este viéndose perdido saco un gran cuchillo que brillo a la luz de los faroles, los parientes desenfundaron los revólveres, se tardaron minutos creyendo que Pedro retrocedería, pero no, más bien vociferaba tremendos horrores. Jauneche tambaleándose de un lado al otro se puso delante de su amo, mientras los revólveres rugían en estrepitosa detonación. El proyectil alcanzó la máxima velocidad y en lugar de morder la carne de Pedro, ingreso directo al corazón de Jauneche.

Cayo cuan pesado era su cuerpo, quedando en mitad del charco de su propia sangre, mientras que Pedro y sus allegados desaparecieron del lugar.

El cuerpo de Jauneche quedo solo, todos los asistentes a la fiesta desaparecieron, la obscuridad se hizo total y solamente los grillos acompañaron con su lúgubre canto el velorio de Jauneche.

La historia de Jauneche es triste y desgarradora. Nos recuerda la importancia de tratar a todas las personas con respeto y dignidad, independientemente de sus habilidades o discapacidades.

 

Julio H. Ochoa Vicuña

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