martes, 2 de septiembre de 2025

 

Aprendamos lo bueno…y ¿Por qué no?

Copiémosla.


¡Hey! Ecuatorianos, aprendamos de Nayib Bukele…enseñemos a saludar a nuestros jóvenes, enseñemos que el uniforme tiene que estar planchado y limpio, que la carita debe estar lavada, y el pelo cortado.

¡Eso es un abuso!...No nos pueden a obligar a hacer cosas tan simples, y que por aquello seremos castigado, ¿Acaso un presidente es el Rey? ¿Acaso volvemos al tiempo de los señores feudales, dueños de bienes y personas? NO; NO; NO. Sucede que en la actualidad hemos perdido todo tipo de respeto, ya no saludamos a los mayores, ya no respetamos a los ancianos, ya no obedecemos a los padres, a las autoridades, ya no nos respetamos ni nosotros mismo.

Entonces, aparece por ahí, alguien bien amarrado los pantalones. Primero encierra a los pandilleros, les enseña que la sociedad debe ser respetada, y ahora se va con los niños, aquellos a los cuales los padres empezamos a tenerles miedo y a sobre protegerlos. No permitimos que nadie los mire fijamente a los ojos y lo simples berrinches se convirtieron en ordenes que los padres tenemos que cumplirlas.

El señor Bukele dice no, si les permitimos ser mal educados, estamos dando permiso para que vuelvan las pandillas. Si les dejamos que vayan a la escuela y no saluden a sus maestros y compañeros, estamos dándoles el visado para que vuelva el desorden a nuestra sociedad. Si les permitimos llegar a clases sin uniforme, o sucio, o mal planchado, estamos dándoles nuestra venia para que se convierta nuestro país en el mismo que fue hace 6 años, perdiendo todo el esfuerzo y trabajo que nos a costado educar y tener una sociedad tranquila.

No es el hecho de estar bien uniformados, formados, limpios o cultos es que debemos vivir en orden, con respeto y diciplina, para que esos uniformes sean nuestra carta de presentación, formados para que sepan que somos ordenados y limpios, no es que por capricho del poeta se exija estas medidas, es porque necesitamos tener una sociedad que ame a su patria, que sea respetuosa.


Debemos seguir el ejemplo de Bukele. Existen muchas personas que opinan diferente, y están en su derecho, lo que no tienen es el derecho de exigir que piensen igual que ellos, que permitan que sus hijos hagan el berrinche pidiéndolas el teléfono, que griten y lloren por que no les prenden el televisor, que se arrojen al piso porque no les compraron un heleado.

Desafortunadamente estos jovencitos Irán formando su carácter caprichosamente, no querrán ir a la escuela, no querrán bañarse, y próximamente a los 8 o 10 años arranchan su independencia, van a las calles y nuevamente se forman las pandillas. ¡Deberían existir muchos Bukele en el mundo!

Recordemos que: La tolerancia es un crimen, cuando lo que se tolera es la maldad.

martes, 17 de junio de 2025

 


¿A quién pagamos para vivir en paz?



Un negocio redondo. Así puede describirse el sistema de extorsión que opera en barrios enteros del país. Solo en uno de ellos, en Guayaquil, se estima que el grupo delictivo conocido como “Los Tiguerones” obtiene ganancias de hasta dos millones de dólares mensuales, según un estudio reciente. Esto no es una exageración aislada, es apenas una muestra del profundo deterioro económico y social provocado por el crimen organizado.

Las pérdidas para los sectores empresariales, comerciales y ciudadanos en general son incalculables. Ya en 2023, el Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado advertía que el 90% de los empresarios en el país consideraba a la extorsión como la mayor amenaza para su seguridad personal y la de sus negocios. En ese mismo año, en apenas dos días, 400 contenedores de banano fueron exportados con retraso debido a extorsiones, con consecuencias económicas directas. Los transportistas, por su parte, reportan pérdidas de hasta 20 millones de dólares mensuales por este mismo motivo.

Mientras tanto, el Estado permanece ausente, ineficaz o infiltrado. Si las instituciones públicas cumplieran con su rol constitucional de garantizar orden, seguridad y justicia, estas pérdidas no existirían. Esos recursos hoy robados por la delincuencia podrían estar dinamizando la economía, generando empleo o financiando servicios públicos reales y eficientes.

Pero este Estado ausente no es un fenómeno reciente. Viene de décadas atrás. Desde los gobiernos del socialcristianismo, pasando por la Izquierda Democrática, los presidentes de transición, el feriado bancario, la huida en helicóptero, la fuga de divisas en sacos de yute, los escándalos de las hidroeléctricas, hospitales fantasmas en Manabí y la corrupción disfrazada de reconstrucción. Todo forma parte de una cadena histórica de negligencia, impunidad y complicidad que ha alimentado la descomposición del país.

Mientras los delincuentes de cuello blanco saquean desde los escritorios del poder, los de la otra orilla —los armados, los sicarios, los violadores, los extorsionadores— siembran el terror en las calles. ¿Y qué respuesta encuentran? A menudo, son capturados para aparecer en patrulleros nuevos como si fueran turistas de paso. Una noche en prisión y al día siguiente, nuevamente, delinquiendo. La ley parece escrita para protegerlos, no para detenerlos.

El ciudadano común, ese que trabaja honestamente cada día, no solo debe pagar impuestos al Estado para sostener una burocracia ineficiente y muchas veces cómplice, sino que ahora también debe pagar “impuestos paralelos” a bandas criminales. Una extorsión disfrazada de tarifa por sobrevivir. Y todo esto sin garantía alguna de que regresará con vida a su casa al final de la jornada.

¿A quién le estamos pagando por nuestro derecho a vivir en paz? Al Estado, que no responde. A las mafias, que exigen. Y mientras tanto, el miedo se convierte en norma, y la esperanza se desvanece.

La solución no está en multiplicar leyes, sino en hacer cumplir las que ya existen. El Estado debe dejar de ser un espectador perezoso y cómplice. Debe recuperar el control de sus instituciones, depurar sus estructuras y romper los pactos tácitos con la corrupción. No se combate el crimen desde el escritorio ni con discursos vacíos, sino con decisiones firmes, justicia real y compromiso con el bien común.

Porque el verdadero impuesto que estamos pagando hoy no es económico. Es un impuesto moral: vivir con miedo, con rabia, con impotencia. Y eso, ningún país puede sostenerlo por mucho tiempo sin quebrarse por dentro.

jueves, 29 de mayo de 2025

  

 
          



Carachula: Donde el alma del Ecuador aún respira

En lo más íntimo de la provincia del Azuay, donde las montañas se abrazan con el cielo y el viento susurra leyendas antiguas, se encuentra Carachula: un paraíso olvidado por el tiempo, pero eterno en su esencia. Este rincón escondido del cantón Santa Isabel no es solo un lugar en el mapa —es un latido vivo del Ecuador profundo, un santuario de memorias, raíces y verdad campesina.

Aquí, los días no se miden por relojes, sino por el ritmo de la tierra y el canto de los gallos al amanecer. Las manos curtidas de sus habitantes —gente noble, de sonrisa cálida y mirada sabia— cultivan maíz, café y caña de azúcar como si cada grano fuera una ofrenda a la Pachamama. En Carachula, la agricultura no es industria, es ritual. Cada surco en la tierra lleva el eco de generaciones que supieron leer el clima, respetar la luna, bendecir la cosecha.

Los caminos de tierra, bordeados de eucaliptos y flores silvestres, conducen no solo a casas humildes de adobe y teja, sino a historias vivas que se relatan al calor de una fogata, entre risas, guitarras y el aroma dulce de la panela hirviendo. Aquí, lo ancestral no está en los libros, está en los gestos, en los cantos, en las costumbres que sobreviven al olvido con una dignidad que estremece.

Carachula es paisaje y es poesía. Sus quebradas profundas parecen esculpidas por los dioses andinos, y sus formaciones rocosas guardan el secreto del tiempo. Desde sus miradores naturales, el valle del Jubones se despliega como una pintura viva: un mar verde entre montañas azules, bajo un cielo limpio que parece recién nacido. Es un espectáculo silencioso que no pide aplausos, pero regala paz.

Y si tienes suerte —y el corazón abierto— quizás veas volar al colibrí de pecho iridiscente, o escuches el silbido del viento entre los guayacanes en flor. Son instantes sagrados, donde el alma se detiene y recuerda lo que es estar vivo.

Carachula no es un destino turístico. Es un susurro que llama desde lo profundo. Una pausa en el vértigo del mundo. Un reencuentro con lo esencial.

Porque hay lugares que se visitan.
Y hay otros, como Carachula, que se sienten.

viernes, 23 de mayo de 2025

 

               ¿y dónde están los agentes de la Comisión de Tránsito del Ecuador?


En días recientes, las autoridades nacionales en materia de seguridad han tomado la decisión de transferir a la Policía Nacional la responsabilidad del control del tránsito en 24 ejes viales estratégicos, funciones que anteriormente estaban en manos de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE). Este cambio, aunque lógico desde una perspectiva de seguridad integral, ha generado una reacción adversa por parte de algunos miembros de la CTE.

No es sorprendente que esta medida haya generado resistencia. Es natural que cualquier institución que ve reducidas sus competencias manifieste su inconformidad. Sin embargo, las justificaciones ofrecidas por ciertos voceros de la CTE rayan en lo inverosímil. Argumentan que su rol va mucho más allá del control del tránsito, alegando que también prestan asistencia a conductores con desperfectos mecánicos, ayudan a cambiar neumáticos, brindan orientación, entre otras labores. No se trata de desestimar la función de servicio público, pero estas afirmaciones deben sustentarse con hechos concretos y visibles.

La especialización del trabajo en el sector público es fundamental para garantizar una gestión eficiente. Hoy en día, contamos con diversas entidades que actúan en el ámbito de la seguridad: la Policía Nacional, la Guardia Civil, los agentes municipales como los de EMOV en Cuenca, los guardias de mercados, y por supuesto, la CTE. Cada institución tiene funciones definidas, pero la ciudadanía percibe una preocupante falta de coordinación y una marcada desarticulación. En ocasiones, los agentes de una institución omiten intervenir ante delitos o emergencias porque “no es su competencia”.

Esta situación se vuelve aún más evidente en sectores como la parroquia  El Cabo en el que existen compromisos formales entre autoridades locales, eclesiásticas y militares para que la CTE brinde apoyo vial en el centro parroquial, la vía es estrecha no pasan con comodidad los vehículos, más aún cuando están parqueados disfrutando de las tortillas de choclo. Dicen que prestan servicios en los exteriores de las unidades educativas ¿Dónde será eso, tal vez en otro país? , en Pstopamba no están, en la Atenas de El Cabo no están, en la 26 de Febrero, no están, su presencia es nula. Mientras tanto, los accesos a estas instituciones se ven bloqueados por vehículos estacionados de forma inapropiada, sin ningún tipo de regulación ni control efectivo.

Si los agentes de la CTE no están cumpliendo con estas tareas fundamentales, cabe entonces preguntarse: ¿en dónde están? ¿Qué están haciendo? Resulta contradictorio que, tras la pérdida de competencias, se enarbolen discursos sobre su compromiso con la seguridad vial y el servicio al ciudadano, cuando en la práctica su ausencia es notoria en zonas donde deberían estar presentes.

En este contexto, la decisión de otorgar a la Policía Nacional el control de ciertos tramos viales parece acertada. No importa el nombre de la institución; lo que importa es la confianza ciudadana, la transparencia y la eficiencia en el cumplimiento del deber. Lamentablemente, la imagen de la CTE se ha visto deteriorada con el paso del tiempo. Para muchos ciudadanos, el simple hecho de ver a un agente de tránsito en la carretera es sinónimo de una experiencia negativa: retrasos, maltrato o incluso prácticas cuestionables.

Es momento de replantear el rol de la CTE. No se trata de eliminar instituciones, sino de transformarlas. Para recuperar la confianza pública, es imprescindible que sus miembros reciban formación en ética, atención ciudadana, legislación, derechos humanos y psicología del trato interpersonal. Solo así podrán volver a operar con credibilidad.

La seguridad vial debe estar en manos de profesionales comprometidos con el bienestar colectivo, no de quienes buscan beneficios personales. Los ciudadanos que cumplen con la ley merecen respeto, no extorsión ni maltrato. Es hora de construir una cultura de tránsito basada en la legalidad, el civismo y la confianza mutua entre instituciones y ciudadanía, y es urgente, ahora mismo estamos sin seguridad en las vías al Oriente  ecuatoriano.

lunes, 12 de mayo de 2025

  

Estragos en el Azuay por inclemencia de invierno

Rio San Francisco, afluente del Santa Barbara en Gualaceo, soporta intensos aguaceros, lo que hace que se haya incrementado el caudal del Sabta Barbara y por logica el caudaloso rio Paute.



 

                                            Vacunadores: 

        La sombra criminal detrás de las “vacunas” extorsivas

En muchos barrios y zonas industriales, una palabra tiene un significado muy distinto al de salud pública: vacuna. En este contexto, se trata de una extorsión violenta, un cobro ilegal impuesto por grupos criminales a comerciantes y trabajadores para permitirles trabajar "en paz". La trágica historia de una vendedora de hielo en funda, asesinada por negarse a pagar 5 dólares de "vacuna", ha estremecido a la opinión pública y ha puesto rostro a un sistema mafioso que cobra vidas con la misma frialdad con la que impone su ley.


jueves, 8 de mayo de 2025


                   FUMATA BLANCA anunció que; HABEMUS PAPAM

Tras la tradicional reunión del Cónclave en el Vaticano, los cardenales eligieron al nuevo Papa, líder espiritual de la Iglesia Católica. Luego de varias rondas de votación en la Capilla Sixtina, la fumata blanca anunció al mundo que un nuevo pontífice había sido elegido. Poco después, el nuevo Papa se presentó ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro, saludando desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, marcando el inicio de su pontificado con palabras de fe, unidad y esperanza.
León XIV es el nombre con el cual se denomina al nuevo Papa. El nuevo Papa, León XIV, hasta ahora Robert Francis Prevost, es un agustino estadounidense de 69 años y medio latino —nació en Chicago, de padres de origen francés y español, y ha pasado 40 años en Perú, donde ha sido obispo.

  Aprendamos lo bueno…y ¿Por qué no? Copiémosla. ¡Hey! Ecuatorianos, aprendamos de Nayib Bukele…enseñemos a saludar a nuestros jóvenes...